martes, 6 de mayo de 2008


CRISIS ALIMENTARIA EN EL MUNDO

La humanidad nunca ha producido bastantes alimentos para cubrir las necesidades de la poblacion mundial. No eran suficiente los alimentos en el tiempo de cristo, cuando el mundo era habitado por 250 millones de personas, tampoco en el ano 1600, cuando contaba la tierra con 500 millones de habitantes, en 1800 con 1000 millones, en 1927 con 2000 millones, en 1960 con 3000 millones; en 1973 alrededor de 4000 millones. De 2751 millones de toneladas a que monta la produccion vegetal mundial, 824 millones (el 30 o/o), corresponde a los paises desarrollados; 840 millones (el 30,5 o/o) a los paises subdesarrollados, y 1087 millones (el 39,5 o/o) a los paises socialistas y de los 546,4 millones de toneladas de productos de origen animal para la alimentacion humana, el 49,3 o/o o sean 269,6 millones de toneladas son producidas en los paises desarrollados de Occidente; 109,4 millones de toneladas (18,1 o/o) en los paises sub-desarrollados y 167,4 millones de toneladas (32,6 o/o) en los paises Socialistas. Hoy dia, el mundo tiene a su vez, problemas de sub-nutricion y de sobre-nutricion. Asi, un mismo pais posee personas incapacitadas o desminuidas por no ingerir lo necesario, cuantitativa y/o cualitativamente y tambien personas obesas, destinadas a morir prematuramente por efecto de sobre-alimentacion. Las deficiencias energeticas y proteicas constituyen el fondo del problema del hambre en el mundo. No hay crisis alimentaria mundial, sino crisis alimentaria de las regiones tropicales de la tierra.


Entre los años 2030 y 2050 habitarán el planeta diez millones de personas: más de diez veces la población mundial a comienzos de nuestro siglo y casi el doble de la actual. Para mantener lo niveles de nutrición de hoy, deberíamos duplicar la producción de alimentos en los próximos cincuenta años. ¿Es esto posible? Aunque hay discrepancias entre los expertos, se puede afirmar que -desde el punto de vista puramente agronómico- no hay limitaciones serias para hacerlo.
Existen dos caminos: a través del aumento de la superficie cultivada y del incremento de los rendimientos de cultivos en las zonas ya bajo labranza. Ambas vías son posibles, si hay suficientes estímulos financieros y si se fortalece la investigación agrícola, sobre todo en el área del uso sustentable de los recursos naturales. De hecho, a partir de las tecnologías de la llamada "revolución verde", la producción agrícola por persona creció en más de 2 por ciento anual durante los últimos 25 años. La pregunta es, sin embargo: ¿por qué persisten la malnutrición y el hambre, aún en países desarrollados, si somos capaces de producir alimentos?

Sólo una cifra estadística
Un error común en este debate es el cálculo de cuánto alimento se produce. Suele hacerse dividiendo el total de la producción para el total de la población. Este cómputo indica que en estos momentos estamos en capacidad de alimentar con una dieta vegetariana básica a más de siete mil millones de personas, de decir, mil 500 millones más de las existentes hoy. Pero se trata sólo de una figura estadística que da una idea vaga de la realidad. Para entender el problema alimentario, hay que hacer un análisis en términos locales y no globales. La capacidad local de producción de alimentos varía de región a región y de país a país.
Entre 1986-88, de 213 países, 99 producían menos del 100 por ciento de sus necesidades, 41 de ellos en África al sur del Sahara y 27 en América Latina. Una manera de medir el nivel de acceso a los alimentos de una región constituye el Ingreso Energético por Persona (IEP). La región con el mayor IEP es América del Norte con 3 mil 600 calorías/persona/día, mientras la zona al sur de Sahara sólo tiene dos mil noventa y nueve, es decir, 49 por ciento menos calorías. Y dentro de un país, hay contradicciones: pese a su alto IEP, Estado Unidos, por ejemplo, registra 13 por ciento de desnutrición.
El acceso a una alimentación adecuada depende de una serie de factores: la existencia de alimentos ya sea por producción propia o en el mercado, la capacidad adquisitiva de la familia, el consumo y/o cultivo de una dieta balanceada, la forma de preparación de la dieta que depende factores culturales y finalmente, el nivel de salud, edad y actividad de las personas. De estas variables, la capacidad adquisitiva o, en otras palabras, el nivel de pobreza es el factor determinante de la desnutrición. Porque no se trata de un problema de producción sino de equidad en el ingreso. La seguridad alimentaria del mundo está ligada el nivel económico de los países y de los individuos. Allí donde no sea rentable, la agricultura será de susbsistencia y de bajo rendimiento; mientras donde logre atraer los capitales necesarios, será eficiente y productiva.
A nivel global, debido a la apertura económica y la agresiva competitividad, se registra una reducción de las inversiones agrícolas y una tendencia a la producción exportable, que sólo contribuye a la seguridad alimentaria de forma marginal. Esta liberalidad a ultranza puede conducir también a una explotación inmisericorde de los recursos naturales. Debido a la crisis ambiental, muchos ven el futuro con pesimismo.
Desde el punto de vista agronómico, existen graves problemas: la erosión del suelo, la salinización de tierras de regadío, las plagas agrícolas, la contaminación del agua, la pérdida de biodiversidad y de servicios ecológicos, etc. Aunque colectivamente representan amenazas a largo plazo para una agricultura sostenible, ninguno de ellos pone en peligro inmediato la seguridad alimentaria.

Tres principios
La duplicación de la producción agrícola no resolverá la desnutrición ni la pobreza nutricional en el mundo. Producir más no es suficiente. Debemos encarar la pobreza y la distribución más equitativa del ingreso. Tenemos que aplicar tres principios. Primero, promover la integridad ambiental, es decir, no erosionar los suelos, reducir la deforestación, eliminar la erosión genética y otros problemas similares. Luego, apostar a la eficiencia económica y así mejorar los ingresos de los agricultores sin aumentar los costros de los productos. Y en tercer lugar incrementar la equidad, para que todos accedan a los beneficios del desarrollo económico. El futuro de la seguridad alimentaria es incierto, como todo futuro. Pero debemos tener confianza. Los seres humanos rara vez resolvemos los problemas en forma óptima o totalmente racional, pero de una u otra manera nos arreglamos para sobrevivir y mejorar nuestra condición. Creo que seguiremos el mismo camino con la seguridad alimentaria


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